En esta semana tan cinematográfica en la que ha tenido lugar el Festival de San Sebastián donde Julia Roberts ha acaparado todos los flashes, es obligación hablar sobre el séptimo arte. Además, la nueva película de la áctriz 'Come Vive Ama' ha sido considerada la cinta de la semana y ha acaparado suficientes críticas como para dar de lado al resto de la cartelera en la que se encuentran cintas como Astro Boy.
Astro Boy es a todas luces una mediocre película de animación que se ve condicionada por ser un conjunto de patrones que acaba siendo un mejunje que poca gracia les debe haber hecho a los seguidores de la historia original. Hasta tal punto es así que hablamos de una coproducción entre Hong Kong y Estados Unidos, basada en un manga japonés y dirigida por un británico que trabajó para el estudio de Steven Spielberg, David Bowers.
La película en sí tiene claras reminiscencias de lo que parece ser un intento de emulación de la cinta de Pixar 'Wall-E' copiando sobre todo su desarrollo en una gran urbe, llamada Metro City, que es una idílica isla que flota sobre el mundo contaminado. Allí todo el trabajo es realizado por robots felices, mientras que el típico político de turno crea un clima de pánico ciudadano para asegurar su reelección. En el transcurso de las maquinaciones de este maquiavélico gobernante sobre el que recaen todos los tópicos manidos del mal uso del poder, el hijo de un brillante ciéntifico de élite es asesinado pero vuelve a la vida por medio de su progenitor como Astro Boy, un chico con superpoderes que le permiten volar y realizar grandes trabajos de fuerza. En definitiva, los 94 minutos de la trama son una mezcla entre Superman y Pinocho pero, para este carismático protagonista, llevar el peso sobre sus espaldas de una película con escasa inversión en unos gráficos decentes resulta una tarea excesivamente complicada.
Nacho. M
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